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Suite de danzas, sin opus (estreno en 1943)
- De su ballet Juerga, opus 4 (1921)
Duración: 13 minutos y 48 segundos
1º: 4 minutos 2º 4 minutos y 48 segundos 3º: 5 minutos
Orquestación: 4.2.2.2 - 4.2.2.1 - Timbales - Percusión - Arpa - Cuerdas.
Tipo de Obra: Orquesta
Extracto del ballet Juerga realizado años después por el compositor, que introdujo importantes modificaciones -inclusive en la trama argumental-, añadió algunas danzas y suprimió otras y orquestó de nuevo toda la obra, ya que la primera versión estaba hecha para una orquesta reducida.
Estreno Mundial: el 5 de Mayo de 1943 en el Teatro Colón de Buenos Aires bajo la batuta del Maestro Juan José Castro.
Editor original: BARRY EDITORIAL. Representantes exclusivos para todo el mundo.
Movimientos:
- Pasacalle y entrada de los juerguistas
- Tango y zapateado
- Danza general
Comentarios:
Arturo Román,
Revista “Criterio” de Buenos Aires,
Agosto de 1932
Si en orden cronológica “Interior” es su obra primigenia, la revelación de Julián Bautista como compositor sólo data de hace muy pocos años merced a su ballet “Juerga”, que es una estampa colorida y viva de Madrid de 1885, anticipa y promete.
La crítica francesa le prestó atención: mediaron los elogios y, así estimulado, el joven músico prosiguió sus trabajos con más decidido empeño.
Comentario del programa
de la primera audición en el
Teatro Colón de Buenos Aires,
el 5 de Mayo de 1943
El ballet “Juerga” fue compuesto durante el año 1921, por encargo de la genial bailarina española Antonia Marcé, La Argentina. No obstante, la obra no fue presentada al público hasta la temporada de 1929, en el Teatro de la Opera Cómica de París, por la compañía de ballet que organizó y dirigió la llorada Antonia Mercé.
Años más tarde, Bautista rehizo la obra, introduciendo importantes modificaciones (inclusive en la trama argumental), en cuya reforma añadió algunas danzas y suprimió otras; orquestando de nuevo toda la obra, ya que la primera versión estaba hecha para una orquesta reducida. Sin embargo, la presentación hecha por Antonia Mercé, en París, fue la primera. Por lo tanto, las tres danzas que figuran en el programa, las cuales pertenecen a la versión definitiva, constituyen, realmente, una primera audición absoluta.
Roberto García Morillo,
“Revista Musical Chilena”,
Agosto-Noviembre de 1949
El ballet “Juerga” corresponde también al primer estilo, impresionista, del compositor. El argumento de Tomás Borrás, muy modificado posteriormente por el compositor, es una evocación del espíritu madrileño de fines del siglo pasado, un cuadro de costumbres, donde se presentan algunos caracteres típicos, perteneciente a diversas clases sociales, pero principalmente al pueblo.
Para esta obra, que dentro de su producción ocupa tal vez un lugar análogo al de “El sombrero de tres picos” de Manuel de Falla, Bautista ha compuesto una música recia, impetuosa, llena de vida y color, realzada por una orquestación cálida y suntuosa. Halffter indica que el material sonoro nace de un núcleo armónico auténticamente popular, de un acorde derivado de la afinación de la guitarra, que se destaca por su novedad rítmica e impulso melódico.
Diario “La Nación” de Buenos Aires,
6 de Mayo de 1943.
[...]
Julián Bautista es uno de los jóvenes y auténticos talentos de la música española actual. Su carrera se anunciaba brillante, cuando los acontecimientos que ensombrecieron su patria le obligaron, como a tantos otros, a trasladarse al extranjero. En ésta halló hospitalidad cordial. Pero su ingénita modestia lo mantuvo en un circunspecto silencio, hasta que Juan José Castro, como suele hacerlo, lo presentó ayer, con los honores que merece, en el estrado del Teatro Colón.
De su ballet “Juerga”, estrenado por Antonia Mercé La Argentina en París, en 1929, escuchamos tres fragmentos: “Entrada de juerguistas”, “Tango” y “Danza General”. Son páginas intensamente sabrosas, pletóricas de savia popular, de vida ardiente y espléndido colorido, suntuosamente orquestadas, que acusan en Julián Bautista un músico de raza y un temperamento de valía. Fueron recibidas con la admiración a que eran acreedoras.
Jaime, diario “La Vanguardia” de Buenos Aires,
7 de Mayo de 1943
Con un programa –como todos los suyos- de real interés y fuera del panorama habitual de la música sinfónica, que se resiste a salir de los trillados caminos del gusto, asegurado de antemano, del público, se realizó en el Teatro Colón el concierto dirigido por el maestro Juan José Castro. Entre los compositores, Julián Bautista, autor de las danzas de “Juerga”, que se ofrecían en primera audición.
Quizá sea oportuno decir algunas palabras sobre esta obra porque pertenece a un músico de una generación del arte español contemporáneo muy poco conocida entre nosotros, a pesar de que forma –o formaba para mejor decir- la herencia más sana de los autores del renacimiento de la música hispana, en un movimiento que tiene apenas la vida del siglo actual, Julián Bautista, junto a Bacarisse, a Pittaluga, a Mantecón, a García Ascot (Rosita), a Remacha, a Halffter (Rodolfo) y quizás algún otro que se nos escapa, de varia y distinta producción en calidad y en cantidad, formaban el grupo de músicos que en los albores de la República había conseguido señalarse a la crítica por su personal concepto de la música que, sin acatar ninguna de las escuelas en boga, sin combatir ni despreciar a ninguna, partían de legítimas conquistas para iniciar su carrera.
Habían dado estos jóvenes por terminadas las polémicas entre folkloristas y antifolkloristas, consideraban terminada la etapa de preparación y creían a la música española capaz de marchar por su verdadero sendero. De ellos, uno de los más interesantes y recia personalidad es precisamente Julián Bautista, a quien el triunfo de la reacción española trajo a nuestro país, donde reside desde no hace mucho tiempo. Unos en Buenos Aires, otros en México, acogidos en diversos países y algunos sin saberse su paradero, el magnífico y pujante grupo –calificado alguna vez de “promoción de la república”- que en los últimos días de ella habíase constituido en Barcelona, trabajando con febril y fructífero impulso, se deshizo, perdiéndose la ocasión de fijar una época quizá trascendente para el arte español.
Ahora cada uno trabaja separadamente, rotas las vinculaciones, privados del clima y el medio propicio a la creación y tardarán, sin duda, en reponerse y recobrar el ritmo necesario de su labor. De su labor poco se conoce entre nosotros, sino fragmentariamente. Esta audición de las Danzas de “Juerga” de Julián Bautista, ofrecidas por Juan José Castro –presente en toda inquietud realmente valedera- nos pone en contacto con un músico singularmente dotado, dueño de sus recursos, orquestador de una paleta riquísima en color y en tonalidades y de una personalidad indiscutible a pesar de tratarse de una obra de juventud.
La personalidad es precisamente lo primero que ha de destacarse en esta obra notable que acaba de ofrecerse. No olvidemos el título de la obra y su materia y aún recordemos que las tres danzas llevan nombres tan característicos como “Pasacalles”, “Tango y zapateado” y “Danza General”. Danzas, pues, y danzas populares, que otro músico hubiera resuelto con el auxilio de inmediato efecto del riquísimo cancionero español, con una estilización más o menos afortunada y más o menos preciosista. de acuerdo a sus abundantes y finos medios expresivos y técnicos. Pero Julián Bautista –y su escuela- consideraba superada la etapa del folklorismo y creía con Falla –del “Concerto” y “El Retablo”- llegada la época de la universalización de la música española. De aquí que no se halle en esta impulsivas, exuberantes danzas de “Juerga” un solo tema popular, una sola canción.
El color, mejor dicho la característica española, de la obra está dada por el ritmo y por ciertas finísimas alusiones armónicas tomadas del cancionero popular. Los temas originales del autor y para afirmarlo –quizás insistiendo adrede- huye de la melodía apenas comienza a desarrollarse y la quiebra continuamente con ese tejido de temas y desarrollos, profusos, a veces casi incoherentes, superpuestos, que crean la atmósfera turbia, pesada de la “Juerga”. La construcción de la obra por su incontenible vértigo, parece exigir el complemento escénico, porque es una obra pensada, realizada y sentida para el teatro.
Es indudable que estamos en presencia de un verdadero músico y es lástima que hayan pasado tantos años sin que nuestro público se haya puesto en contacto con él y los de su generación. De cualquier manera, la obra gustó francamente y tuvo muchos aplausos en una versión en la que el maestro Castro –tan profundamente identificado con el género- luchó bravamente con una orquesta empeñosa y entusiasta, pero que hubiera precisado un estudio más largo de la obra, no fácil de interpretar.
Extractos de comentarios recopilados en el sitio: http://julianbautista.com.ar